Mi blog...

Por fin me he decidido a crear mi propio blog. Fue un paso difícil, principalmente por razones de tiempo pero ya estoy en la red. La finalidad de este espacio es compartir mis escritos y hacer comentarios respecto de lo que quiero expresar.

Estimados Navegantes, espero disfruten la visita por "mi esquina literaria" que también tiene otros temas que pueden ser de su interés. Mis saludos.


jueves, 11 de febrero de 2010

La Pildorita

Volví a estornudar. Colgué el teléfono. Limpié mi nariz con una servilleta e intenté respirar profundo. Mi jefe no había dejado de preguntarme si ya estaba listo el informe del bendito proyecto que debíamos entregar hoy. Me sentía pésimo por haber pasado toda la noche en vela trabajando y más encima con este resfrío a cuestas del que no he podido mejorar. No había querido medicarme, pero sabía que tendría que hacerlo pronto.

Del primer cajón de mi escritorio saqué las pastillas. Con gran reticencia tomé una, la coloqué en mi lengua y bebí un sorbo de agua. Luego de tragar, y casi como acto reflejo, volví a estornudar con fuerza. De nuevo me limpié la nariz, la que ya apenas podía tocar de tanto dolor. Ojala ahora me sintiese mejor, luego de porfiar por semanas, la gripe había continuado evolucionado.

Volví mi atención al computador y continué escribiendo el resto del informe. Mi jefe lo esperaba con ansias para hacer las últimas revisiones antes de presentarlo al cliente.

–Bermúdez – escuché de pronto –, ¿ya está listo?
Giré mi cabeza hacia la puerta y vi la figura imponente de mi jefe. Hacía unos quince minutos atrás me había hecho la misma pregunta por teléfono.
–Falta poco, señor Larraín. Ya lo terminaré.
–No tengo que recordarte que debo revisarlo primero, ¿verdad? El cliente espera.­
–No, señor, lo tengo muy claro. Termino en unos minutos más.
–Así lo espero – dijo mientras giraba en sus talones cual militar y abandonaba la puerta.

Vaya día que escogen para presionarme. Ok, respira profundo y concéntrate de una buena vez. Pese a las constantes molestias corporales, di rienda suelta a mi creatividad y seguí trabajando toda la mañana en el informe. Tan pronto lo finalicé, se lo envié por correo electrónico. Después de mi hora de almuerzo, en la que no pude comer nada, me encontré con un correo de mi jefe cuyo asunto decía: “Por fin”.

Al verlo sonreí, ya me esperaba algo así de él. Pero lo mejor de todo era que había terminado y que ya podía pensar en irme a casa a descansar.

Cuando me disponía a escribir el email de aviso, sonó el teléfono. Era mi jefe que me informaba que el Gerente General estaba tan contento con el resultado del informe para la campaña publicitaria que nos invitaba a celebrar en el salón del Directorio.

–Señor – dije entre estornudos –, no me he sentido bien y quisiera irme a casa a descansar.
–Pero Bermúdez, nada de eso. Hablamos del Gerente General y no vamos a defraudarlo, ¿verdad?
–Pero…
–Nada de peros… ahora, quisiera que te encargaras del informe del cliente “Pasta Amiga”. Ellos esperan que se lo entreguemos la próxima semana y considerando lo que te demoraste en éste, ya deberías haber comenzado.
¡Típico!, nunca está contento y siempre quiere más.
–Bueno, comenzaré de inmediato – y un estornudo que raspó mis pulmones me obligó a cortar y no alcancé a escuchar la última palabra.

En fin, para el caso daba lo mismo, tenía más trabajo que hacer. Había sufrido toda la mañana, el cuerpo me dolía y no había comido nada aún. Me bebí un par de tazas de café para engañar el estómago y continué de cabeza en lo mío.

Llegada la hora de salida, me dirigí al piso de la Gerencia General. Ahí estaba todo el personal, con una copa de champagne ya en la mano, listos para el brindis. ¡Qué rápido hace causa común la gente cuando se trata de celebrar! Y eso que el esfuerzo fue mío, pero ya no me importaba. Tomé mi copa. Ay, que pase todo rapidito no más. Ya quiero irme a dormir.

Primer sorbo luego del eterno discurso del agradecimiento a todo el personal por parte del Gerente General. ¡Vaya! Estoy seguro de haber puesto sólo mi nombre al informe y no haber firmado como todo el personal de la agencia.

Segundo sorbo, los aplausos para todos. Se dieron las manos como si hubiesen pasado toda la noche en vela, igual que yo.

Tercer sorbo, un calor comenzó a recorrer mi cuerpo, pasó por mi garganta, fue a mi estómago y de ahí se propagó a mis extremidades. Ya no sentía ese apaleo en el cuerpo.

Cuarto sorbo, los ruidos se volvieron lejanos, traté de entablar conversación con uno de los otros ejecutivos presentes, no estaba seguro de quién era, pero me cargaba lo mucho que hablaba para decir tan poco. Definitivamente ese hombre no debería trabajar en publicidad.

Quinto sorbo más largo que el anterior, el calor subió a mi cabeza y ésta ya no me dolía. No tendría que haber tomado la pildorita aquella para mejorarme, tendría que haber bebido un vaso de champagne y todo habría desaparecido. ¡Hey! Me acordé del antibiótico, mi estómago vacío, mi malestar corporal y luego de haber bebido licor, nada bueno podría suceder.

–¿Para dónde vas, Bermúdez? – reconocí la voz de mi jefe mientras intentaba escabullirme sigilosamente.
–Tengo que irme ur… gente.
–No seas aguafiestas, lo estamos pasando tan bien.
–Es que…
–No me contradigas, Bermúdez. Tómate otra copa.
–Señor, yo… – la insistencia de mi jefe estaba comenzando a irritarme más de lo habitual.
–Bermúdez, me voy a molestar en serio contigo.
–Pero…
–Sin peros. Nos merecemos este relajo después de habernos sacado la mugre con el informe.
–¿Disculpe? ¿dijo habernos sacado la mugre? ¿de qué me habla? – Esa voz que salía de mi boca no parecía muy coordinada, las letras fuertes sonaban demasiado suaves y me esforzaba por modular bien – Yo me saqué la mugre, yo me amanecí trabajando, dejé mis dedos en el teclado… – me interrumpió un estornudo – y aún en las condiciones en que ando con gripe y todo… para sacar esto a tiempo – otro estornudo –. Lo menos que merezco es irme a mi casa a descansar – uno más –, porque de mi aumento de sueldo ni hablar, ¿verdad?

Y luego miré al Gerente General.

–¿No cree que me merezco un aumento de sueldo señor? Harto hago soportando a este… – estornudo – ¿no le parece? – dije apuntando el rostro descompuesto de mi jefe.

El Gerente General estaba observando la situación divertido. Nadie le había hablado así a Larraín, no que él pudiese recordar.

–¡Bermúdez! – gritó Larraín – ¡Está despedido!
–Bueno, por fin me puedo ir para mi casa… ¿dónde está la puerta? – ahora me sentía mareado.
–¡Ah! – dije volviendo hacia Larraín – Una cosa más…

Me quedé inmóvil por unos segundos. Mi estómago bailaba de un lado a otro al igual que mi cabeza.

–No me siento bien…– alcancé a decir antes de liberar directamente desde mi estómago la champagne ingerida sobre Larraín.

Cuando recobré el sentido, estaba recostado en un sillón de la oficina del Gerente General. El médico daba su diagnóstico a los presentes, cuyas voces escuchaba algo lejanas.

–Reacción alérgica al medicamento, eso más el licor ingerido hizo que su comportamiento fuese inusual – dijo el médico.
–Um… dígale eso a Larraín – dijo el Gerente General entre risotadas contenidas a las que hicieron eco los otros presentes.
–¿Podría ir a verlo también a él, doctor?, está en el baño algo choqueado… Ud. comprende – había dicho alguien más a quien no había podido reconocer.
–Naturalmente – y señalándome dijo –. Al paciente de acá hay que llevarlo a su casa, debe hacer reposo con urgencia. Esa gripe hay que controlarla.
–Claro, claro – dijo el Gerente General –, de eso nos encargamos ahora mismo. El muchacho fue un héroe enfrentando tantas presiones y en esas condiciones; merece eso y mucho más… tal vez un aumento de sueldo, ¿no creen?

Yo continuaba inmóvil. Esto de hacerse el dormido era la gloria. Bendita pildorita, gracias por favor concedido.

FIN

(texto publicado en Revista El Puñal Nr. 2)

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