Mi blog...

Por fin me he decidido a crear mi propio blog. Fue un paso difícil, principalmente por razones de tiempo pero ya estoy en la red. La finalidad de este espacio es compartir mis escritos y hacer comentarios respecto de lo que quiero expresar.

Estimados Navegantes, espero disfruten la visita por "mi esquina literaria" que también tiene otros temas que pueden ser de su interés. Mis saludos.


jueves, 19 de agosto de 2010

Primeras impresiones

Caminaba por calle Loreto de noche luego de un carrete mortal con mis compadres de magíster. Habíamos tomado mucha cerveza celebrando el fin de semestre, así que lo único que quería era tomar un taxi e irme a casa.

En la esquina bajo un árbol frondoso, había una mujer muy linda que estaba de pie esperando movilización. Parecía una muñeca, vestía de rojo y su cabellera larga era impresionante. Aceleré el paso por si el destino me permitía intercambiar palabras con ella, aunque fuese sólo preguntarle la hora.

Cuando llegué al paradero, ella me dirigió la palabra:

–¿Tenís fuego?

Su voz era algo diferente, causó impresión en mi memoria auditiva y me quedé un par de segundos estupefacto procesando su tono grave.

–Sorry, no fumo.
–¿No fumai? ¡qué raro!

Me molestó un poco su rapidez para emitir juicios sobre mi persona sin conocerme.

–¿Y qué tiene? – dije algo incómodo.
–No, nada… pero debes ser de esos tipos lateros que anda reclamando por la vida cuando uno prende el pucho.

Me incomodé aún más y solo emití un gruñido, para hacer notar que no tenía intenciones de ahondar en el tema.

–¿A qué te dedicai?

La miré unos segundos antes de responder. Tal vez jugar un rato no vendría mal.

–Soy cirujano plástico – mentí.
–¡No!, ¿en serio?
–Sí, estoy cursando un magíster y hoy estaba celebrando el fin de semestre con mis amigos.
–¡Vaya! Felicitaciones.
–Gracias. ¿Y tú?
–Soy asesora de imagen.

La volví a mirar y me dije que una mujer bella como ella tendría que tener una ocupación en el mundo de la moda.

–Cuando te vi pensé que eras modelo.
–¿En serio? – rió fuerte y su voz volvió a dañar mis oídos. – ¿Te gusto? – se atrevió a preguntarme abiertamente.

Me sentí incómodo unos segundos y respondí que sí. Se acercó y me besó. Quedé helado, pero aproveché el momento.

Ella se retiró lentamente, levantó la mano e hizo parar el taxi que se acercaba.
La miré anonadado y cuando se iba a subir le dije:

-No te vayas, todavía no... - y le tomé la mano tímidamente.

Se volteó sonriente y me pidió que la acompañara.

Nos subimos al taxi y llegamos a un Pub al final de calle Loreto. Tenía un letrero luminoso que no alcancé a leer y estaba lleno de humo y un olor fuerte a licor. No me importaba porque a mi lado caminaba la mujer perfecta y me sentía tan emocionado de que me vieran junto a ella. Mi corazón palpitaba rabiosamente y sabía que en cualquier minuto me lanzaría a la vida y volvería a besarla.

De pronto se acercó una mujer de aspecto extraño pero las luces no me dejaban verla bien, le trajo un trago a mi acompañante y le susurró algo al oído. Ambas rieron y parecían observarme de pies a cabeza, me sentí deseado.

Nos pusimos a bailar los tres, no importaba que su amiga no fuera tan agraciada, solo quería estar con ella.

La música llenaba mis oídos y mi corazón volvía a latir con fuerza. Me ofrecí a buscar un trago para las dos, me acerqué a la barra y miré la pista, noté que habían pocas mujeres en el local. El barman me cerraba el ojo y me decía que era afortunado. Yo sonreí y le dije que ya lo sabía.

Cuando volví a su lado, una estruendosa pelea en un extremo del local acabó abruptamente con la atmósfera de conquista, todo el mundo empezó a correr y las pocas mujeres gritaban como locas.

La tomé de la mano y salimos corriendo. Ella se dejó llevar y por unos minutos nos olvidamos de su amiga.

–Te mentí – le dije cuando llegamos a la esquina – no soy cirujano. Soy Ingeniero Comercial.

Mi confesión no pareció impresionarla.

–No importa – respondió – yo también mentí, no soy asesora de imagen, soy peluquera.

Sonreí. Me besó nuevamente.

–¿Puedo llamarte? – pregunté sujetando su mano.

Ella sacó un papel y un lápiz de su cartera y anotó su número telefónico. Levantó su mano e hizo parar un taxi que apareció de no sé dónde.

De pronto desde el local salió su amiga, cuyo rostro observé con horror. Tenía facciones evidentemente masculinas y corría como loca en dirección al taxi. Me quedé helado al ver que la travesti se subía al vehículo y le decía a mi mujer perfecta:

–Súbete Tito, mira que ahora sí que nos pillan los tiras y nos vamos presas.

Ella subió al vehículo rápidamente y la vi desaparecer por calle Loreto. Miré el papel que aún estaba en mi mano y junto con un número telefónico estaba escrito su nombre dentro de un corazón: "Tito"

FIN