Mi blog...

Por fin me he decidido a crear mi propio blog. Fue un paso difícil, principalmente por razones de tiempo pero ya estoy en la red. La finalidad de este espacio es compartir mis escritos y hacer comentarios respecto de lo que quiero expresar.

Estimados Navegantes, espero disfruten la visita por "mi esquina literaria" que también tiene otros temas que pueden ser de su interés. Mis saludos.


jueves, 29 de julio de 2010

El difícil arte de ser feliz

Pascal sonreía tras al mostrador. La expresión de sus finos labios daban paso a sus dientes, perfectos y brillantes. La gente entraba al local como siempre, pero aquel día había una joven luminosa que les atendía con mucha diligencia. Esa era Pascal.


Su jefa la miraba de reojo desde su oficina. Movía la cabeza en señal de reprobación cada vez que la muchacha tendía a bailar al son de la radio, la que sonaba a un volumen casi imperceptible.


– ¡Buenos días! ¿En qué puedo ayudarle? – preguntaba con entusiasmo a los clientes cuando entraban.


Los libros de la tienda parecían contagiarse de la energía que irradiaba Pascal y se mostraban brillantes al igual que ella. Ese día como nunca había entrado gente a la librería y aún cuando pedían textos rebuscados y difíciles de encontrar, Pascal y su buena disposición se volvían un gran aliado para dar con los títulos más complejos e imposibles.


En la otra esquina del mostrador le miraban sus compañeras de trabajo, algo sorprendidas por tan marcada felicidad en la muchacha.


– ¿Qué sucede Pascal? ¿Alguna buena noticia? ¿Algo que no sepamos?

– ¡Ay! – Suspiraba ella – solo que hoy descubrí que la vida es bella.

– ¿Qué onda? ¡Andas profunda! Ja, ja, ja, ja – rieron todas.


Pascal se unió a ellas en la carcajada general y continuó su labor con la misma energía y prestancia. A unos cuantos metros, la seguía observando su jefa. La mirada de la mujer era analítica y se esforzaba en no perder ningún movimiento de la joven. Le intrigaba esa felicidad tan repentina, llegando al extremo de irritarle su comportamiento.


– ¡Pascal! – llamó la mujer luego de un buen rato – ven a mi oficina por favor.


Todas las compañeras le miraron con curiosidad y ella encogiéndose de hombros, tomó su camino hacia la sala del fondo.


– Por favor siéntate. Bien… te llamé acá porque tengo que informarte de una decisión que he tomado.

– ¿Cuál sería Sra. Alamira?

– Debido a la recarga de trabajo que hemos tenido en el último tiempo, necesitamos que te hagas cargo del inventario de todos los productos de la librería. Es por ello que nos vemos en la necesidad de alargar tu horario de trabajo. Si ahora entrabas a las 10:00, deberás entrar a las 8:00 para que en dos horas diarias te hagas cargo del inventario. Luego te dedicas a la venta de productos.


El rostro sonriente de Pascal se ensombreció repentinamente. Ya no brillaba ni se sentía tan luminosa. El corazón le palpitaba rápidamente, se le secaba la garganta y le faltaba el aire. Las manos habían comenzado a sudar.


– Sra. Alamira, eso es complicado para mi… vivo en Maipú y me pide estar acá en la tienda a las 8:00 am, eso significa que tendría que partir más temprano en la mañana y… asumo que tendré la misma hora de salida por lo que serán más horas de trabajo y…

– ¿Estás pidiendo aumento de sueldo? – interrumpió la mujer endureciendo el rostro.

– Bueno, no es lo que dije, el punto es que me pide estar demasiado temprano acá y no me es factible.

– Lo siento mucho pero son las necesidades de la empresa.

– Pero Sra. Alamira…


La mujer suspiró, se cruzó de brazos y frunció el seño. Miró a Pascal unos segundos y dijo:


– No puedo creerlo, ayer fuiste al doctor en la tarde. Pudiendo negarme a tal petición, accedí de buena gana que fueras. Ahora te estoy pidiendo que me ayudes y te estás negando, no veo que tengas buena disposición a solucionar un tema que requiere de tu trabajo acá en el local.

– Sra. Alamira, estoy tratando de explicarle que me será imposible llegar a las 8:00 acá, por más que quisiera, le pido me escuche…

– ¡Insólito! – Reclamó molesta la mujer – uno pide algo y los trabajadores se niegan, lo siento Pascal, no puedo poner a otra persona porque todas las demás tienen hijos, por lo que tú siendo soltera, eres la única opción que me queda. Así que muestra un poco de buena voluntad y apóyame en esto porque si no, me veré en la obligación de tomar otras medidas más drásticas. ¡No quiero problemas, quiero soluciones!


Pascal sintió un nudo grueso en su estómago, toda esa luz que la había rodeado durante ese día ahora parecía haberse desvanecido. Se sentía bajo mucha presión, casi al borde de explotar, ¿cómo esa mujer no podía entender que la estaba obligando a ser la solución a un problema que no era suyo?

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Pascal salió de la oficina de la Sra. Alamira. Sus compañeras se acercaron porque la vieron blanca como papel.


– ¿Qué sucedió? – le preguntó una de ellas.

– Me echaron – dijo ella sentándose en el suelo y tomándose la cabeza con las manos.

– ¿Pero por qué?

– Es que la Sra. Alamira quería que me hiciera cargo del inventario dos horas antes de partir la hora de trabajo y yo no puedo llegar a las 8:00 aquí.

– Pero eso podría conversarse… - dijo otra.

– Me dijo que yo tenía un problema de actitud porque no quise aceptar. Les juro que sólo defendía mis derechos… dos gruesas lágrimas corrieron por el rostro de Pascal.

– No es justo – dijo una tercera acariciando la cabeza de la muchacha con ternura.


Pascal bajó el rostro y soltó un llanto desconsolado.


– Pero mi niña, en la mañana estabas tan feliz… ¿cómo vino a pasarte esto? – intervino otra de sus compañeras.


Pascal no pudo responder, la ahogaba el llanto. Luego de un rato y esforzándose mucho, respiró profundo y con un hilo de voz confesó:


– Y justo ahora que necesito pega… ayer supe que estoy embarazada.


FIN