Mi blog...

Por fin me he decidido a crear mi propio blog. Fue un paso difícil, principalmente por razones de tiempo pero ya estoy en la red. La finalidad de este espacio es compartir mis escritos y hacer comentarios respecto de lo que quiero expresar.

Estimados Navegantes, espero disfruten la visita por "mi esquina literaria" que también tiene otros temas que pueden ser de su interés. Mis saludos.


sábado, 1 de diciembre de 2012

Sin dirección



Soy una simple hoja. Voy y vengo sin dirección.  Las personas suelen pisarme al pasar por la calle y a veces el viento se apiada de mí y me sube a lo más alto para ayudarme a sentir mejor. Es que no es fácil que te pisen tanto y tan seguido, sin embargo, hago lo mejor posible para no interponerme en sus caminos.  Lamentablemente, pese a mis esfuerzos, la gente no es cuidadosa e invaden mi metro cuadrado... En mi caso, mi centímetro cuadrado.

Solía estar en un árbol grande y frondoso, de raíces fuertes y poderosas. Pero aún así, en esa altura desde donde todo lo podía ver, no era suficiente para mí.  Es que en el fondo de mi corazoncito de hoja, yo sentía que había mucho más en mi interior de lo que imaginaba.  No me mal interpreten, siempre he sido una hoja sencilla y valoro mucho la humildad en cada ser vivo de este planeta.  Pero esa sensación de ser un alma vieja en una hojita pequeña era muy fuerte, no lo cuestionaba.

En la rama donde nací, siempre me sentí a gusto hasta cierta época.  Cuando las demás hojitas comenzaron a crecer y ser todas iguales, me di cuenta que yo no lo era.  Para mí las cosas tenían otros tiempos, otros colores, otros sabores... Y por eso me llamaban la hoja roja de la madre rama. No sé si por mi leve tinte de ese color o sólo por hacer diferencias con las otras.  Mis hermanas eran verdes, frescas, plenamente claras en lo que sería su vida, su comienzo, desarrollo y final.  En mi caso, siempre sentí que era mucho más lo que tenía por hacer.  Nunca conforme, siempre moviéndome y sintiéndome frustrada por no contar con la facilidad de poder trasladarme de un lugar al otro en el mismo gran árbol e incluso poder ir más allá.

Madre rama siempre me llamaba la atención, diciéndome lo que una hojita podía o no hacer.  En mi caso era frustrante, sabía en el fondo de mi corazón que madre rama me adoraba pero nunca pude sentir que me aceptara aún cuando no me entendiera.  Padre árbol siempre fue distante, sin embargo, me permitía hacer todas mis travesuras de hojita nueva, molestar a las chinitas, botar a las hermanas hormigas, jugar con las primas arañas, etc. Madre rama siempre dijo: una hoja es una hoja desde que nace hasta que muere. Padre árbol sonreía y movía todas las ramas con ayuda del viento. Era su forma de hacer que madre rama tuviese el apoyo que necesitaba pero también para demostrarnos que él era el pilar de la familia y que teníamos mucho que aprender y respetar de ellos, nuestros padres.

El tiempo pasó y nunca comprendí por qué necesitaba algo más para ser feliz, buscarme, encontrarme, potenciarme, experimentar, aprender y enseñar.  Fue así que de pronto me solté de rama madre. Ya había madurado y me disponía a caer.  Rama madre lloró días por mi partida, mis hermanas hojitas trataron de consolarla, pero ella no podía creer que hubiese partido. Caí suavemente sobre la vereda y me dejé llevar por el viento. Esperé y observé con atención, me gustaba este espíritu aventurero, pero extrañaba mucho mi hábitat natural, aquel que había sido el único que había conocido desde mi nacimiento. Saber que madre rama sufría por mi decisión me hizo sentir culpable y acarreaba conmigo una tristeza difícil de contener. No hubo lágrimas ni nada parecido de mi parte, sólo una reflexión constante buscando alternativas para aliviar su dolor.  Sin embargo, el viento me ayudó elevándome siempre hacia ella y pasando a verla constantemente. Rama madre sonreía al verme pero se entristecía cuando tenía que partir. Fue un proceso difícil para ella, acostumbrada a tenerme a su lado a mí y a mis hermanas, por quienes también sufría cuando partían.

Busqué mi camino, así sin dirección, me dejé llevar por el viento y aún cuándo me enamoré de un esquivo helecho y la relación no perduró, aprendí y seguí creciendo.  Una hoja adulta con experiencia cuesta creerlo, pisoteada pero no destruida, aún las habemos  por ahí flotando y sintiendo que si bien es cierto no hay dirección, aún hay un norte, aún hay anhelos y también sentimientos, soy una simple hoja... Pero tengo tanto que contar.

FIN

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A todas las hojas que siguen volando y que continúan con el ciclo de la vida... 

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