Había todo un mundo dentro
esperando ser descubierto. No tenía idea que pudiese ser tan fácil llegar a él,
pero ¿quién podía realmente saberlo?
Una noche en mis sueños pude
sentir una voz llamando mi nombre y esa voz sonaba tan familiar, aun cuando
jamás tuve noción de haberla escuchado antes.
“Ven, vamos a caminar. No
tienes que mover los pies realmente, sólo debes desearlo y se cumplirá” Me decía
cada noche esa voz, y luego de despertar, sentía que había tenido el sueño más
extraño y que, por desgracia, ya era recurrente.
No quise realmente darle mayor
importancia en mi día a día. Continuaba con mis actividades habituales y para
nada recordaba las sensaciones que ese sueño me entregaba cada vez que lo
experimentaba.
“Ven, vamos a navegar. No
tengas miedo, no importa que no sepas nadar, a mi lado nada malo te ocurrirá”.
¿Qué quería de mí esa voz realmente?
“Ven, salta conmigo y no temas
que al fondo del mar no llegarás, te sostendré antes que puedas caer”. Sí
claro, si me desesperaba sentir el agua en mi rostro cada mañana en la ducha e
iba a creerle a esa voz que tanto me insistía en que hiciera todo lo que me
pedía, ni pensarlo.
Comencé a preocuparme porque
los sueños iban variando. Ya no eran las mismas frases, no era el mismo espacio
físico, ni los mismos colores. Mi forma también cambiaba, a veces veía mi
reflejo como un hombre joven, otras como alguien más viejo, y otras como una
niña pequeña, un bebé gateando… era un sueño recurrente pero cada vez más
extraño. Mis formas no eran las mismas, mas el sonido de la voz sí lo era.
En las noches antes de dormir,
intentaba pensar en otra cosa. “Pensamientos lindos para tener sueños lindos”
me decía una y otra vez. Pero no importaba, ahí estaba esa voz interrumpiendo
mis paseos oníricos una y otra vez para que hiciera lo que me pedía.
Una noche, ya cansada de su
intervención, la enfrenté. “¿Qué quieres de mí? ¿por qué me incomodas con tus
apariciones y frases sin sentido?” Comencé a correr en un mundo desconocido sin
dejar de gritarle “¡déjame en paz! ¡solo quiero descansar! ¡no me molestes!”
Entonces pude sentir que
tomaba de mis brazos y me impedía avanzar. “Puedes correr todo lo que quieras,
pero acá voy a estar, siempre para ti”. Cuando pregunté por qué era tan
insistente me dijo: “te has olvidado de tu ser en tu afán de funcionar en tu
dimensión. ¿Por qué huyes? ¿no ves que mientras más corras de ti misma no
puedes huir?”
Entonces me volteé decidida a
ver por fin a quien pertenecía esa voz, y así fue como pude ver a mi sombra
sosteniéndome. No había un rostro ni expresión definida, pero sabía que era mi
sombra. La sentí como si fuese mi propio cuerpo en duplicado. Imagino que los
gemelos idénticos pueden a veces perderse en la imagen del otro igual a sí
mismo, confundirse en donde termina uno y donde empieza el otro.
“Mírame, eres tú, somos tú”, logré
calmarme un momento y escuché con atención.
- Míranos,
estamos acá porque insistes en seguir hacia adelante sin realmente observarte.
¿Por qué no te miras a través del espejo y logras ver quién eres?
- ¿Y qué
es exactamente lo que tengo que ver?
- A ti.
- Pero lo
hago todo el tiempo, todas las mañanas a través del espejo
- No lo
haces, solo miras, pero no te ves.
- ¿Y qué
es lo que debo ver?
- Tu
centro
- ¿Cuál
sería?
- Si
tengo que responderlo entonces no lo has visto aún…
- No me
vengas con juegos, si tienes que decirme algo puntual, hazlo ya porque tengo mucho
aún que soñar.
- Eso es,
mucho que soñar y nada que experimentar.
- Pero no
entiendo, ¿no se supone que mis sueños me inspiran?
- Sí,
pero tienes que concretar, es el paso que está faltando. Mírate, acá estamos
pegados en un sueño recurrente porque no has querido poner atención a las
señales que cada noche te he estado dando. Si escucharas, si entendieras el
mensaje, si dejaras de dar vueltas en círculos… si lograras caminar hacia donde
realmente tu corazón quiere llevarte, quien sabe dónde estarías hoy. Este sueño
dejaría de ser recurrente, podrías por fin avanzar y soñar nuevas aventuras. Te
olvidas de lo que te motiva, de lo que te levanta cada mañana, lo que hace que
abras los ojos a esa dimensión que tú llamas realidad.
- La
posibilidad del día a día…
- Bien,
vas entendiendo.
- Entonces,
¿me estás diciendo que no he estado viviendo como realmente debería?
- Vamos,
puedes hacerlo mejor
- ¿Qué no
he estado presente en lo que estoy viviendo?
-Bien,
vas entendiendo.
- ¿Que
deseo demasiado y que cuando logro algo no lo puedo aprovechar porque sigo
deseando algo más y más?
- Creo que ya entendiste. Hay todo un mundo por descubrir, ya diste un paso para salir del círculo. Trata de no devolverte, reflexiona y cuando lo sientas deja de reflexionar. Las respuestas no están en otro lugar. Ya lo vas descubriendo.
Curiosa experiencia en un mundo desconocido y que siempre me ha generado respeto y cierto temor.
- Ok,
creo que entiendo la preocupación y la necesidad de insistirme en esto todas
las noches. Te lo agradezco. ¿Hay algo más que quieras decirme hoy?
- Solo no te olvides de darte cuenta de que eres feliz más veces de las que notas.
Creo que está amaneciendo y ya voy a tener que salir de esa experiencia bellamente extraña en la que estoy. Me giro hacia mi sombra y le agradezco una vez más.
- ¿Volverás
a insistirme si no encuentro el camino?
- Tranquila, nunca voy a abandonarte. Te lo dije, siempre estaré contigo.
Los rayos
del sol entrando por un costado de la cortina y dándome en el rostro. El despertador
sonando insistentemente y no salto de la cama como lo hago habitualmente. Me
desperezo, sonrío y me digo: “Buenos días”
FIN
(Dedicado
a las nuevas y desafiantes experiencias del día a día.)
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